La memoria en una carpeta.

 

Contextualizar el vuelco emocional que me causó encontrar esta carpeta, me empuja a relatar una parte de mi biografía. Este descubrimiento me ha  obligado a  volver a situaciones vividas en el pasado y recordar a las personas desaparecidas que han producido un efecto profundo en mi existencia.

Sin mi padre, un pequeño industrial, relacionado con la cultura de Bilbao, mecenas de muchos artistas con los que se reunía en casa, yo no me hubiera dedicado al mundo del arte. En una ciudad  oscura de contaminación y de falta de libertades, tuvo claro que su familia tenía que recibir una educación diferente, donde el conocimiento de las artes era fundamental para conquistar mundos nuevos. Entre sus amigos, músicos, poetas, plásticos, se encontraba Rufino Ceballos, pintor exiliado en Paris.

Tras terminar mi carrera de música, el Instituto Francés, y años recibiendo clases de pintura en Bilbao, preparó mi viaje a Paris con objeto de   continuar mi formación  y conocer esa capital que todos los artistas querían conquistar y que, entonces, era centro cultural del mundo y de la libertad.

Mi descubrimiento de esa ciudad  de grandes avenidas, tejados grises de pizarra, monumentos de su pasado histórico cobijados por enrejados dorados,  terrazas en las aceras donde la gente conversaba… confrontaba con la imagen de mi ciudad pequeña, incrustada entre montes, con un techo de humo, sucia y  provinciana. La sorpresa llegó cuando en la Rue Bardinet, traspasando la gran puerta de hierro, entramos en un patio bordeado de estudios de artistas, cubierto de parras,  llamado “Villa Leone”. Era allí la casa estudio donde vivían Conchita y Ceballos, y donde encontraría las experiencias que cambiaron mi vida.

Delante de esta carpeta cedida por Conchita, vino a mi memoria ese decorado y  mi participación en el acto homenaje a Rafael Alberti que había preparado la Asociación Cultural Franco Española en la sala de L’Humanité en Junio 1966. Ceballos había colaborado con este evento recopilando obra de los artistas españoles, como venía haciéndolo para otros homenajes, como el de Machado, o para exposiciones con motivos solidarios con España. Muchos de estos artistas, sobre todo los residentes en Paris, venían a la casa y en torno a una excelente paella cocinada por Conchita y vino Côtes du Rhône, se desarrollaban unas interesantísimas conversaciones sobre arte, sus vidas y España.

Revisando el contenido, recordé aquel impresionante acontecimiento, donde se agasajaba al poeta, acompañado de Mª Teresa León que venían a quedarse en Europa. En su figura, también se reconocía una grandísima solidaridad con el pueblo español en pleno franquismo.

Tras el homenaje fuimos a “Villa Leone”  y pudimos gozar de una velada más restringida. Recuerdo lo emocionada que estaba la pareja  con el acto al entrar en la casa, y la posición secundaria de Mª Teresa  tras un Rafael extrovertido y protagonista que manifestaba su nostalgia recordando el Puerto de Santa María. También, me viene a la memoria su relato, una historia de un toro de ojos azules.  Conservo el libro “Poeta en la calle” recién publicado con su dedicatoria.

Todavía me emociona recordar  esas  palmas simultáneas y acompasadas en crescendo a cada párrafo o cada intervención, que sonaban a ritmo de un tren en marcha. Las palabras de Rafael “Amigos de España… que nunca habéis dejado de creer en el pueblo español…”, “Esta reunión, en pie, saluda a la lealtad con el destierro de la poesía española: Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez… Federico García Lorca fusilado  y Miguel Hernández muerto en la cárcel”…. Se intercalaban comunicados de personalidades de distintos países con recitados de poemas, música, el obsequio de una obra de su amigo Vázquez Díaz y  flores de Picasso para Mª Teresa, y, algo tan enternecedor, como la ofrenda de flores y frutas venidas de España entregadas por los trabajadores españoles en Francia. Solidaridad, emoción y efusión incontenible.

Me quedo con una de las frases de Alberti para terminar: “libertad de pensamiento para un país civilizado”, un argumento tan básico y tan actual después de tantos años.

Recuperar este acto histórico para la memoria colectiva  y homenajear a las personas que lo hicieron posible es mi objetivo más sentido.

Consciente del valor histórico de esta colección decidí inmediatamente, que esta documentación tenía que regresar a Cádiz con Rafael.

 

Sol Panera

Septiembre 2017

 

 

 

Palacio de la Diputación de Cádiz

Marzo 2018

    

    

 

Fundación Rafael Alberti

Diciembre 2018